16.9.05

Salto por una ventana...

Salto por una ventana de la planta baja intentando no hacer ruido. Fuera, una hermosa Luna llena domina la noche y su luz ofrece a la mansión de la que salgo un aspecto tenebroso aunque señorial.
Piso el suelo del jardín exterior. Está plagado de flores, unas hermosas flores lilas con pétalos de terciopelo que acarician mis pies desnudos al caminar. Creo que nadie ha notado mi ausencia, tengo que llegar hasta allí, esa voz dentro de mi cabeza no me deja dormir. A medida que avanzo, una espesa niebla se va apoderando de todo a mi alrededor. Casi no puedo ver nada, aunque si miro hacia arriba aún recibo algunos rayos de luna.


De repente, noto un corte en la planta de mi pie derecho. Miro hacia abajo... espinas... he llegado a un rosal. Justamente junto a mi mano hay una enorme rosa de color granate. Sus pétalos también son aterciopelados, como los de las flores lilas que acabo de dejar atrás, y sus espinas son extraordinariamente afiladas y amenazantes.

La rosaleda es muy espesa, pero necesito avanzar. Noto como mis pies sangran y como las despiadadas espinas cortan mis piernas y mis manos, mientras algunas rosas acarician a continuación esas heridas tratando de aliviar el dolor.

Se abre un claro, y en el centro veo una fuente de piedra. A su lado está ella, observo su silueta contra la luz de la luna. Lleva un vestido aterciopelado como los pétalos de las flores, con velos de seda negra. Algunos mechones de pelo ocultan sus ojos. El silencio es absoluto, a excepción del agua que corre en la fuente.

Levanta la cabeza y clava en mí su mirada. Abre los labios para pedir que me acerque... "ven"... Avanzo despacio, asombrado por su belleza, casi hechizado por sus ojos de un color extraño (no sabría decir si son claros u oscuros). Cuando estoy frente a ella, levanta su mano con un movimiento veloz y perfectamente definido. Acaricia mi cara (está fría!), roza con sus uñas mi piel, áspera y sin afeitar. Con otro movimiento preciso produce un corte en mi mejilla, me giro y noto como la sangre gotea sobre mi cuello.

Antes de que pueda darme cuenta, soy lanzado contra el suelo de piedra húmeda, junto a la fuente. Algo presiona firmemente sobre mi nuca y noto el roce de la piedra contra mi cara... la roca está tan fría como lo estaba su mano. Escucho su risa, maliciosa, henchida de triunfo. Siento un chasquido dentro de mi cuerpo y me inunda un dolor terrible! (¿es mi amor lo que se ha roto?). Empiezo a perder el sentido, y mi mente se pierde en sueños y delirios. El vacío empieza a hacerse a mi alrededor... ya ni siquiera la escucho a ella.

Despierto. Sigo tirado en el suelo. Escucho el agua de la fuente. Me giro y la veo allí sentada, con su serena belleza, con la mirada perdida en la niebla. Al darse cuenta de que he despertado, se levanta y se acerca hacia mí. Su mirada es amenazante, sigue llena de orgullo, se siente poderosa. Lejos de amedrentarme, ya no siento el dolor, la vida vuelve a recorrer mis extremidades. Su voz suena firme "No te muevas, pequeño". Una idea se enciende en mi mente "desobediencia". Me levanto con un salto ágil. Observo el gesto de sorpresa en su cara. "¿Qué haces pequeño? Vuelve al suelo... eres mi juguete, aún no hemos terminado". Clavo mi mirada en sus ojos, mi grito de Libertad empieza a hacer mella en su ánimo. La niebla se levanta y la luna la ilumina en todo su esplendor. Dos lágrimas oscuras, del color de las rosas caen por sus mejillas. Su figura se desvanece y donde estaba ella, ahora sólo queda vacío.

El mismo vacío que se ha instalado en mi interior, donde antes estaba el amor. Ella se lo llevó. Observo cómo corre el agua en la fuente... la piedra parece llorar por lo sucedido... fría noche, dulce luna, apiádate de su alma, ella sólo quiso jugar, y yo no supe ser su juguete...


(TEE7H1NG; 20/11/2004)

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