iNSaNe iN MY VeiNS

Como un gato ensimismado con las luces y reflejos de la noche, coqueteo con los olores y sonidos que trae hasta mí la oscuridad. Giro alrededor de una farola del parque, observando cómo se transforma mi propia sombra, que soy yo mismo proyectado en dos dimensiones y dibujado en monocromo.

Miro hacia arriba, la luz amarillenta es tenue y baña el entorno con una suave capa dorada. Me pregunto si el viento al soplar llevará esta luz hacia el cielo, más allá de la atmósfera. ¿Podrán vernos desde aquella estrella? Yo creo que sí. ¿Tendrán parques como este? (con sus paquetes de pipas y sus colillas esparcidas por el suelo).

Un desagradable y ensordecedor ruido me devuelve a este lado del mundo. Es el camión de la basura. Me quedo observando a un señor con mono blanco y sucio, que huele mal y canta canciones de Bisbal. ¿Para qué querrá todas esas bolsas llenas de cosas que un día fueron pero ya no son? (caigo en la cuenta de la cantidad de recuerdos que hay en mi cabeza).

La náusea sube rápidamente desde la boca del estómago hasta mi garganta. Continúo caminando hacia la arboleda, una zona poco iluminada (me dijeron que era peligrosa). Allí las sombras se encargan de esconder todos los detalles, y te desafían a que imagines las formas más simples. Sin embargo, yo cierro los ojos y trato de adivinar esos detalles, hasta enfocar las diferentes tonalidades de las hojas de los árboles y de las plumas de los pajarillos que anidan en sus copas.

Al abrir los ojos, estoy perdido... entre cuatro paredes acolchadas y un techo pintado de azul... y no hay árboles, ni parque, ni bolsas de basura, ni capas doradas, ni estrellas, ni viento... sólo hay preguntas.

(TEE7H1NG - 08/05/2006)