Yo tuve la suerte de encontrarme con una de estas joyas, que brilla con luz propia sin ser mineral, ni perla, ni un preciado fósil, ni un astro.
Es de carne y hueso, como tú o como yo, aunque a menudo en tu mente se dibuje la imagen de esos ángeles llegados de algún rincón de la galaxia, con sus alitas alegres que dejan un halo brillante al revolotear, con su sonrisa contagiosa como la de un niño, y sus ojillos curiosos llenos de sabiduría, que ofrecen una mirada llena de comprensión.
Un ángel capaz de llorar cuando siente el dolor de la injusticia, pero con la fuerza y la entereza para enfrentarse a los miedos e inseguridades que la vida oculta a modo de emboscadas.
Tiende su mano para que compartas tu carga, te escucha y con unas sencillas pero precisas palabras mágicas, reconforta tu alma y alegra esos pequeños momentos convirtiéndolos en valiosos recuerdos que construyen una vida completa y satisfactoria.
Me siento afortunado por contar con el afecto de una criaturilla capaz de unir en un arcoiris toda la fantasía de los sueños con la incertidumbre de la vida (desde el dulce sol, hasta las nubes más oscuras que sirven de velo a la diosa luna), ayudándote a encontrar una luz en la vereda más siniestra y desconcertante.
Con mucho cariño, para ti...
(TEE7H1NG - 24/01/2006)
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