Fría, como la piel de escarcha que cubre su ropa al amanecer en febrero.
Sosegada, como el canto de la joven enamorada que viste sus mejores encantos ante el espejo, antes de la deseada cita.
Inerte, como la mirada del perdedor, confiado, en una partida de cartas.
Así es su espera, así siente el latido de su reloj, cada segundo...
...y se acerca el momento, se acerca el final... del dolor, del sufrimiento, de las llamadas perdidas, del espejismo de besos...
Hoy dará muerte al monstruo torturador, hoy se liberará del peso de sus cadenas y verá más allá de las paredes de su prisión.
Lo acecha, puede verlo acercarse con las primeras luces del alba, tiene preparadas sus mejores
armas, se plantará frente a él y lo destruirá sin más dilación.
Está frente a él... Mirada cómplice, juguetona e inocente. Recuerdos de momentos pasados en el
paraíso fingido, un susurro hechicero se abre paso entre la brisa... afiladas garras que de un
fugaz zarpazo atraviesan sus costillas... se desmorona... una vez más, el monstruo implacable ha
vencido y aúlla enchido de orgullo... la única piedad que conoce, es la muerte... y nunca le será
concedida...
(TEE7H1NG - 27/07/2007)